jueves, 23 de abril de 2009

En la puerta de un antro de esos con bastante más historia que higiene, esperábamos a que abrieran, o algo, mientras otra gente por allí hacía footing. Estaba sentada en la acera, embutida en su minipantalón vaquero, rodeada de tíos y babas de cubatas, absorta cantando Camela desde lo más hondo de lo que quedaba de su pintalabios.

“Sueño contiigo, que mhas daoo...”

Le respondió a un chico con tremenda desgana. “¿que si soy puta.” Yo era la única mujer allí además de ella, y me dirigió una sonrisa rota de vuelta de todo.

“Sueño contiigo, que mhas daoo...”
Cantaba francamente bien.

Adentro la ví borrosa pulular de mesa en mesa, no sé cuántos gramos se metería en total si sumaramos las sillas y las rodillas en las que se sentó. Creo que salió de allí más tarde que yo. A mí, creo que me echaron por cantar la internacional.

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