domingo, 10 de octubre de 2010

Alejandro Magno

Llevaba un traje demasiado elegante para ese local, así que le tuvimos que hacer entrar.

Entra abanicándose con un fardito de billetes de muchos colores, y no parece que el calor se le vaya a pasar con una copa. Vengo con mi primo, que se acaba de divorciar, dice sin acento. Más que primo, el cuñado Sancho Panza se esfuerza en lucir una camisa colorada y una sonrisa por mis huevos desde detrás del cubalibre. Alejandro, a pesar de su reiterada borrachera, dobla cuidadosamente su americana negra de doble abotonadura y la posa en el taburete con la etiqueta de Yves Saint-Laurent enteramente visible. En mangas de camisa blanca sus ojos parecen aún más azules. Vengo con mi primo que se acaba de divorciar. Tsch, tranquila, que yo tengo cuarenta y cinco años. A pesar de las cirujías su juventud no resulta tan forzada, quizás por la separación entre los incisivos a lo enfant terrible, o porque aún a pesar de la cocaína no tiene los dientes blanqueados. Tu novia es toda una señora. Qué queréis tomar. Ponles lo que quieran. El moreno también parece natural. Empieza a bajar la guardia cuando le dicen que tener un loft en Puerto Madero es de lo más cutre, y lo intenta arreglar contando de sus andanzas por Belgrano. X es mi abogada, me conoce como si me hubiera parido. El dinero es asqueroso, lo dijo Y en mitad de un juicio, que el dinero, es, asqueroso. Tu novio es muy majo, y tú eres toda una señora. Primo vámonos.

2 comentarios:

Isaackbruno dijo...

Ahí está o espíritu ganador dos triunfadores, sí señor.

Laura Sañudo dijo...

Claro q se tomó alguna más. Luego me dijeron que al salir llevaba la bragueta abierta y algo asomando, y que se despidió diciéndole al bar "Me voy con la misma elegancia con la que llegué"...
Cada cual con sus modelos...
:D