martes, 3 de marzo de 2009

El cultivólogo de pergáminos

Es una mezcla entre botánico y bibliotecario, con cara de caligrafista y cuerpo de taquigrafista.
Tiene siempre las manos sucias de tierra y tinta de manipular los pergáminos.
Las estanterías y la gran mesa de su taller están cubiertas de esquejes y brotes de lo más diverso, desde novelas circulares (que este año y el pasado crecieron muy bien) hasta poesía sufí (que cuando no tira es muy buen abono), y el suelo repleto de macetas con los brotes que va eligiendo ya crecidos. Cuando alcanzan un tamaño similar a un bonsai, recolecta las hojas sanas y, tras el secado, va confeccionando, con un complejo y delicado tratamiento, los gruesos libros que vemos en el armario de cristal del fondo.