martes, 3 de marzo de 2009

Rosiña

Todos aquí la conocen, y lo que es más sorprendente, ella parece realmente conocernos a todos.
No sé cuantas décadas lleva ganándose la vida así, pero juraría que al menos el doble de mi edad.
Creo que en casi todos los lugares que merece la pena visitar aquí hay un rincón con claveles y caramelos de los de Rosiña.
Se la ve de noche, siempre lleva puestos sombreros elegantes, algunos con aire gangster, casi siempre adornandos con una flor de las que va vendiendo.
Cuando entra en el bar y nos pilla tocando, toda la música se gira hacia ella, y a ella enseguida se lanza y nos deja bien plantada una de Chavela o un buen bolero añejo, sin dejar de sonreir y sin soltar su cesta de mimbre de debajo del brazo.
Que viva muchos años.

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